Desirée Bela-Lobedde: tenemos que hablar de racismo.Ser mujer negra en España ya es un fenómeno editorial sin precedentes en nuestro país. Su autora, la activista estética Desirée Bela-Lobedde, nos pone ante el espejo de la discriminación sutil y cotidiana
“Quiero mantener contigo una conversación sobre racismo. Se me hace necesaria, y creo que a ti también”. Que a estas alturas del partido alguien señale la urgencia de (re) abrir un diálogo que la mayoría da por zanjado, o casi, no puede decir nada bueno de una sociedad. El problema se explica por sí solo en la frase anterior: la mayoría, he ahí la cuestión. Blanca, claro, y, a este lado del mapa geopolítico, eurocéntrica. Ojo, porque somos todos nosotros, los fascinados por ‘lo exótico’, bailando por reguetón, con la ‘inclusión’ que no se nos cae de la boca. Nosotros, los de ese “¿racista yo?”, que siempre termina por delatarnos. No es fácil, pero hay que darse cuenta. “Vivimos en una estructura muy férrea, que marca unos valores determinados y que deja fuera a mucha gente, a otras formas de hacer que también son válidas. Para mantener esa hegemonía, quienes detentan la mayoría tienen que seguir apretando las tuercas constantemente. Así se consigue sostener la ilusión de que el sistema funciona”, expone Desirée Bela-Lobedde, mujer, española y afrodescendiente, a la que le urge poner las cartas de la discriminación sobre la mesa.
Pensadora, ensayista y comunicadora fogueada en la blogosfera (con su bitácora Diario de la Negra Flor y su pertinente canal de YouTube), Desirée Bela-Lobedde lleva destapando desde 2011 esos lugares comunes que perpetúan los comportamientos racistas aun con su aparente inocuidad. “Cuando identificamos el racismo solo en su expresión máxima, como la agresión verbal o física que puede llegar al asesinato, y no nos planteamos que esa manifestación última es la consecuencia de una serie de creencias y estereotipos, tenemos un problema”, explica. “Semejante extremo tapa todas esas actitudes que pasan desapercibidas por cotidianas, tan arraigadas que consiguen que no se vean o incluso se nieguen: ‘Es que esto siempre ha sido así’ o ‘es que te quejas porque tienes la piel muy fina’, te dicen”. Con la ‘fragilidad blanca’ hemos topado.
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